lunes, 27 de febrero de 2012

El Secreto de la Lactancia Materna

 El secreto de la lactancia materna

10.2.2012
¿Por qué la lactancia materna en muchas ocasiones no es exitosa, no funciona, y acaba más pronto de lo que madre y bebé querrían? Evidentemente, cuanta más información tengamos antes de empezar a amamantar, mucho mejor. Que sepamos cómo debe estar colocado el bebé, que sepamos cómo funciona el pecho, la ley de la oferta y la demanda, que nos hayamos informado previamente de que la leche cambia a lo largo de la toma y también, a lo largo del tiempo, etc. La información es vital, también en esta cuestión, la lactancia materna. Tener un entorno que nos ayuda, que nos sostiene cuando acabamos de parir, que nos deja llorar y nos acoge si hemos tenido un parto que no se parece en nada a lo que habíamos deseado… todo ello nos ayudará a poder amamantar mejor. Sí, la ayuda, el apoyo y el sabernos escuchadas, acompañadas y no juzgadas nos será vital.
Ahora bien, la lactancia materna tiene un secreto. Un secreto que es conocido en muchos ámbitos, en grupos de apoyo a la lactancia, en grupos de crianza, en… pero por si acaso me estás leyendo, estás embarazada, y tú aún no sabes cuál es el secreto, intentaré explicártelo para que tu lactancia sea un éxito. O mejor dicho, te explicaré el que yo creo que es el secreto.
La lactancia tiene que ver con el cuerpo, con las hormonas, con el amor. La lactancia, si con algo está reñida es con la mente. Si empezamos a dar el pecho pensando que nuestro hijo mama demasiado, o que mama demasiado poco, si pensamos que no lo hacemos bien, que esto no funcionará, que se queda con hambre… Si nos agobian y los pensamientos obsesivos en una época emocionalmente dura (a veces) como es el post parto nos empiezan a invadir con cosas como “no lo estoy haciendo bien, no aumentará de peso, hace dos minutos que ha mamado y ya vuelve a querer, ¿cómo es posible? Esto no es normal…” Si miramos el reloj, si no nos podemos relajar… La lactancia será más difícil, porque la mente es un gran obstáculo que debe superar… y a veces es tan alto, que es incapaz.
El mejor consejo que te puedo dar desde aquí, mujer embarazada que te preguntas qué tienes que hacer para dar el pecho (aparte de que te informes y que en caso de que aparezca algún problema, busques ayuda externa -doula, asesora de lactancia, etc.), es que te relajes. Que respires hondo y que te relajes. Que te conectes con el cuerpo y con generaciones y generaciones de mujeres que han dado el pecho. La información más sutil, más corporal, más innata, la tienes. Lo único que pasa es que en los últimos años han sido un poco oscuros para la lactancia materna y es probable que ni tú hayas sido amamantada, ni hayas visto a nadie lo suficientemente cercano dando el pecho a demanda.
Para dar el pecho tenemos que estar tranquilas y debemos pensar que la lactancia será un éxito si conseguimos hacer como la leche: FLUIR. Fluir en este nuevo estado de madre que amamanta, fluir en este nuevo cuerpo de mujer que se va transformando con los pechos grandes y duros, con alguna cicatriz o algún punto, con una barriga que poco a poco va volviendo a su lugar, con un cuerpo a veces cansado de un esfuerzo titánico como es un parto… Fluir y alejarnos de todo lo que pueda interferir en el acercamiento diario y en cada toma a nuestro bebé. ¡Nos estamos conociendo…! Como cuando estamos en pleno enamoramiento con otra persona; las opiniones de los demás nos estorban de este estado de éxtasis, y sólo queremos estar juntos, juntos y tranquilos para irnos conociendo, para irnos llenando, para irnos diciendo lo importantes que somos el uno para el otro… La lactancia está reñida con el miedo, con la culpa, con la ambivalencia. Con el miedo de no poder conseguirlo y tantos otros. Con la culpa de no estar haciéndolo suficientemente bien para nuestro hij@ y de otras culpas acumuladas. Con la ambivalencia de querer dar el pecho pero quizás no a demanda, y de otras ambivalencias maternales y anteriores…
La leche fluye mejor cuando no pensamos. Cuando simplemente, estamos disponibles para un bebé que sabrá perfectamente cómo regularse. La leche será la adecuada y en la cantidad justa que necesita si no estamos dudando en cada instante. Somos capaces, somos poderosas, podemos hacerlo. Pero primero nos lo tenemos que creer y no como una elaboración mental sino como una verdad integrada en cada porción de nuestro cuerpo y sobre todo, de nuestro corazón. La lactancia, al igual que el amor, no fluye si pensamos mucho. La lactancia, al igual que el amor, requiere paz, conexión y presencia. Este es el secreto.

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